El territorio imaginado: semiósis, memoria y proyección cultural

10 07 2009

Julián Woodside

Anthony Giddens y Henri Lefebvre afirman que el espacio ha dejado de ser visto como un soporte inerte donde ocurren los procesos sociales, para convertirse en un elemento que participa de forma activa en la estructuración de la realidad social (Lezama, 2002). En otras palabras, se puede afirmar que el espacio ya no sólo es “físico”, sino que también es imaginado, apropiado y concebido de distintas formas, motivadas por intereses y realidades específicas, a la vez que les da sentido.

El espacio contiene las dinámicas simbólicas de una comunidad al mismo tiempo que las influye, al delimitar al menos idealmente, su campo de acción y significación. Tal es el caso de la relación entre el territorio físico y una nación, o la idea específica de una comunidad intersubjetiva y el capital cultural que supuestamente posee. De esta manera se puede hablar primero de un espacio, que cuando se define de alguna manera, se convierte en un territorio contenedor que al mismo tiempo influye lo que contiene; y una semiósfera en donde se genera el sentido tanto del territorio como de las demás prácticas desarrolladas en el mismo. Es decir, el territorio físico de la república mexicana no tendría sentido si no hubiera una semiósfera de lo mexicano y lo no mexicano como parte de la nación, aunque en realidad los límites simbólicos no puedan ser definidos. O en el caso de las comunidades intersubjetivas se puede hablar del territorio imaginado de un campo cultural, como lo puede ser el punk, el rock o los hipsters; y de su semiósfera como todo el capital cultural que los miembros que se ubican dentro de dicho campo tienen que dominar para poder pertenecer a él. Lee el resto de esta entrada »